by myself

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martes, 29 de enero de 2013

Mr. G (te extraño)

   Desde que lo conocí, hace un año, nunca imaginé que hoy, tiempo después, sentiría esto por él. Contengo las ganas de hablarle la mayoría de las veces. Desde la última vez que hablé con Mr.G, hasta el día de la fecha, pienso en él todo el día, en todo momento, en cualquier ocasión.
   Escucho canciones que me hagan acordar a él, o que me haya dicho que escuche, sintiéndome vacía e incompleta la mayoría de las veces.
A veces me interno en la computadora con los ojos fijos a la pantalla y mis auriculares a todo volumen, a conocer y deleitarme con sus canciones favoritas. Conociendo temas que no se me hubiera ocurrido escuchar... y repentinamente se vuelven mis temas favoritos. The Strokes, The Killers, Artic Monkeys, Alicia Keys, The Cure, Green Day, comenzaron a ser el centro de toda mi atención.
  Como fiel amante y creyente de la magia del amor de película, creé un personaje ficticio de mí misma que se manejaba en un ambiente real. Lo más gracioso, es que,como inocente creyente de la magia del romance, debería vivir una historia dicha de un filme. Por lo tanto el guión (escrito por mí, por supuesto) debería tener una trama digna de Hollywood.
  A Mr. G lo conocí en Enero 2012. Demasiado apuesto para ser verdad, aunque totalmente tímido e inhibido. Intenté acercarme, el escenario era perfecto, una noche fresca de Enero (inusual y chispeante) en medio de la playa. Hablamos varias veces durante el año, aunque nunca más lo volví a ver. Después de conocerlo esa noche de Enero, nunca más dejé de pensar en él y siempre había algún tema del cual podíamos hablar por chat.
  Siendo fiel a la idea de una historia Hollywood, volví a verlo en Enero 2013 (Volver a verlo, después de un año. Digno de película de romance en el cual todos los espectadores lloran al final). Yendo al festejo de mi cumpleaños número 17, siendo el mejor regalo de cumpleaños y lograr entrar al boliche solos. Él y yo. Nosotros dos. Solos.
Desesperados porque todos nuestros amigos se habían quedado afuera, decidimos ver la manera de poder ayudarlos a entrar. Fuimos a ver cómo podíamos comunicarnos con ellos y tras la emoción de estar sola con él, la desesperación de estar sola y el mareo de tener unos tragos encima, me doblé el pie, e inmediatamente reaccionó, sostuvo mi mano y me ayudó. Impactada por semejante acto, miré nuestras manos juntas y me asusté, soltándola lentamente hasta que cada uno entendió lo que debía hacer.
  Desde ese día no lo he vuelto a ver, espero que Mr.G se digne de cruzarme por esta maldita y pequeña ciudad y me deje sostener su mano más seguido porque no me conformo con ver todos los días durante dos horas seguidas las fotos que sacamos la segunda vez que nos vimos en nuestra vida...

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